miércoles, 6 de julio de 2016

Cuarenta

En este bosque musgoso de árboles titánicos piso una piedra cúbica.
Se ha incrustado debajo de mi dedo gordo, pie izquierdo. La sustraigo sin dolor. Titila en ella una luz verderiscente perdida para este encuentro. Caminamos hasta toparnos de frente con mi niña interior. Grata sorpresa. Mucho tiempo sin verla. Sonríe. Brillan sus ojos y dice:
"No me riñas más"...
Quiere que vayamos a buscar tesoros entre las flores.
Imprescindible hundir los pies en la tierra sin pisar las lombrices y carcajear a la luna...
Suspiro. Mi chica cuervita, eso es lo que más feliz la hace. Con las rodillas costrosas y los bolsillos llenos de tesoros: una pestaña, una emoción, el canto del grillo. Ella no conoce el reproche, nunca lo usa y me mira a través del cuerpo adulto como si fuera translúcido para regalarme que soy bella.
Tiemblo, como cuando escucho mi canción favorita.
De acuerdo, buscaremos tesoros, eso necesitamos tú y yo ahora. Son días de  celebrar nuestro cuarenta cumpleaños. La recojo, la abrazo, limpio sus mocos. Ahí vamos niña fuerte, mágica, capaz de obrar los mayores milagros EN MÍ.

MJE (La Rubiales en el Espejo)


















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